¿Me pongo frío o calor? El uso de crioterapia o termoterapia (aplicación de frío o calor con fines terapéuticos) depende mucho del tipo de lesión y del tiempo que ha transcurrido desde que se produjo. Si alguna vez te has planteado esa pregunta, te interesa mucho este artículo.
¿Cuándo aplicar hielo?
Cuando hay una lesión por contusión, inicialmente aparece dolor, un edema o, incluso, un hematoma. Y pasados unos diez minutos, se produce una vasoconstricción que ayudará a la coagulación de la zona. Posteriormente, durante los siguientes tres o cuatro días, permanece un enrojecimiento, una temperatura local más alta, tumefacción, dolor o incluso pérdida de función. La posible inflamación de la zona dependerá del daño muscular, de la hemorragia sufrida y de la cantidad de suero filtrado a través de los vasos sanguíneos sanos.
En este tipo de situaciones post-traumáticas agudas es recomendable aplicar frío. Pero no son las únicas. También es aconsejable su uso en afecciones que cursan con dolor (después de una intervención quirúrgica, por ejemplo) y procesos inflamatorios.
Podemos aplicar frío a muchos tejidos: músculos, tendones, ligamentos, huesos, tejido conjuntivo, vasos sanguíneos e incluso nervios.
¿Qué pasa cuando aplicamos frío?
Se producen efectos fisiológicos sobre el organismo que facilitan el proceso de recuperación tras una lesión: disminución del metabolismo tisular local, disminución del edema y la inflamación, disminución del espasmo muscular, disminución del dolor, vasoconstricción…
¿Frío o hielo?
Ponerse hielo es la forma más clásica de crioterapia, pero lo realmente efectivo es aplicar frío, no importa en qué formato. De hecho, debemos protegernos de la aplicación directa de hielo porque puede llegar a quemar la piel. La temperatura del frío dependerá de la profundidad a la que queramos llegar.
Existen muchos medios de aplicación para la crioterapia: bolsas de hielo convencionales, cold packs, toallas o paños húmedos refrigerados, baños fríos, sprays de vapor frío, geles fríos, crio-masaje o crio-cinética e incluso una bolsa de guisantes congelados.
Los baños de agua fría son efectivos para aplicar frío de una forma más global, especialmente cuando se han producido pequeños y numerosos microtraumatismos.
¿Cuánto frío aplicar?
Dependiendo de la gravedad y localización de la lesión, de la persona y su ritmo de vida se aplicará frío con más o menos frecuencia, y con más o menos duración. Lo cierto es que es que normalmente aplicamos a nuestras lesiones menos frío del que sería deseable. En contusiones muy leves seguramente con una simple aplicación post-traumatica sería suficiente pero en muchas otras el tratamiento debería llegar hasta las 72 horas.
¿Cómo se aplica el frío correctamente?
Primero y lo más importante es que no haya contraindicaciones para la crioterapia en tu caso o tu lesión.
No lo utilices directamente sobre heridas o lesiones dermatológicas.
Coloca sobre la piel alguna protección (paño o venda ligeramente humedecida) para evitar que el contacto directo sobre la piel pueda quemarla. Y si lo quisieras utilizar en contacto con la piel, siempre el hielo en movimiento.
¿Cuándo aplicamos calor?
Los medios termoterápicos se han utilizado desde tiempos muy remotos, pero aún no existe consenso en las metodologías de aplicación. Se utiliza frío, calor o la alternancia de ambos tanto en la práctica terapéutica tras un traumatismo como en el ámbito deportivo. Todos estos sistemas, aunque por mecanismos diferentes, pueden romper el ciclo muscular de dolor-espasmo-dolor y reducir la inflamación.
La termoterapia suele ser más eficaz en el periodo post-agudo de esguinces, distensiones y contusiones, es decir, cuando ya han transcurrido al menos 72 horas desde que la lesión se produjo. Tiene leves propiedades curativas, produciendo una relajación general de la tensión y el espasmo muscular. Si se pretende ganar movilidad articular en articulaciones con amplitud limitada, la realización de movilizaciones o estiramientos debe realizarse de forma inmediata al calentamiento de los tejidos.
¿Qué pasa cuando aplicamos calor?
El calor aumenta la distensibilidad de los tejidos colágenos, disminuye la rigidez articular, reduce el dolor y la inflamación, alivia el espasmo muscular y aumenta el flujo sanguíneo, por esos puede ayudar a tratar diversas patologías. Está indicado en:
- Afecciones dolorosas en general
- En contracturas y dolores músculoesqueléticos, puesto que el dolor está relacionado con la isquemia (disminución del riego sanguíneo) producida por la vasoconstricción del músculo contracturado, que puede disminuir con la aplicación de calor.
- En afecciones que cursen con acortamiento de los tejidos cercanos a la articulación, cicatrices retráctiles, afecciones o rigideces articulares.
- En procesos inflamatorios subagudos y crónicos.
- En reumatismos crónicos como la artrosis, siempre que no estén en una fase de brote agudo.
¿Cómo se aplica calor correctamente?
- Comprobar que no existan contraindicaciones.
- No aplicar directamente sobre heridas, infecciones, tumores o lesiones dermatológicas.
- Nunca aplicar inmediatamente después de una lesión.
- Colocar sobre la piel alguna protección.
La terapia de contraste o baños de contraste consiste en la alternancia de frío y calor que se utiliza normalmente en el tratamiento de las extremidades. Los contrates ayudan en el tratamiento post-traumático; aunque no hay suficientes estudios que confirmen que son un medio eficaz de mejora en la recuperación tras el esfuerzo. En los momentos agudos de la lesión, a través de la vasodilatación y vasoconstricción, este tipo de terapia estimula el flujo linfático y sanguíneo eliminando los desechos metabólicos, repara el músculo ejercitado y ralentiza el proceso metabólico, reduciendo el edema post-ejercicio. Desde un punto de vista subjetivo, los atletas que realizan hidroterapia de contraste después del entrenamiento o la competición afirman tener los músculos más ligeros y menos tensos.
La metodología y tiempos indicados es muy diversa. Para su aplicación se requiere el uso de dos recipientes, uno con agua caliente a temperatura de 38 a 44ºC y otro con agua fría entre 10 y 20ºC, en los que se sumergen las extremidades de forma alternativa. Una propuesta para el ámbito deportivo sería comenzar sumergiendo la extremidad en un baño caliente durante unos 7-10 minutos y continuando con el baño frío donde se mantiene la inmersión durante un minuto, seguida por ciclos de 4 minutos de agua caliente y un minuto en agua fría hasta completar un total de aproximadamente 30 minutos. Se finaliza con una inmersión en agua caliente.
En el caso de una lesión, la relación agua caliente/fría debe ser 3:1 ó 4:1. Baja ligeramente la temperatura del agua caliente (37-43ºC) y sube la del agua fría (12-15ºC). La duración del tratamiento oscila entre 20 y 30 minutos y debe repetirse dos veces al día. Siempre debemos terminar con agua fría para producir la vasoconstricción en el tejido dañado, especialmente en los procesos subagudos en los que existen una inflamación o edema importante.
Tanto en la literatura científica como en la práctica deportiva y terapéutica se utilizan el frío y el calor con fines curativos ante una lesión, para recuperar tras el ejercicio o incluso para la preparación al ejercicio. No obstante, existen controversias y no hay evidencias científicas claras sobre los tiempos y metodologías que deben usarse en cada caso, ya que son muchos los factores que intervienen en las respuestas fisiológicas cuando hablamos de aplicaciones superficiales.
En lo que se refiere a la preparación para el ejercicio, cuando se aplican medios de calentamiento superficial no se producen modificaciones en el flujo sanguíneo a la musculatura o éstas son mínimas; lo que pone en duda la eficacia del uso de geles o cremas de calor como sistema para preparar la musculatura.
Se suele utilizar la crioterapia en periodos agudos y subagudos (inmediatamente después de que se haya producido la lesión), y los baños de contraste y la termoterapia en periodos subagudos y crónicos (cuando ha transcurrido un tiempo o se trata de una lesión/problema articular crónico).