Cómo sabéis, cada año, el 19 de octubre se celebra el Día Contra el Cáncer de Mama ya que es el tumor más frecuente en las mujeres occidentales. En España se diagnostican alrededor de 25.000 nuevos cánceres de mama.
Podemos decir que: 1 de cada 8 mujeres tendrá cáncer de mama a lo largo de su vida. Pero aunque los números suenan escalofriantes, la incidencia en España es baja. Es menor que la de Estados Unidos y Canadá, Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Alemania, Francia y Suiza. Lo que representa casi el 30% de todos los tumores del sexo femenino en nuestro país. La mayoría de los casos se diagnostican entre los 35 y los 80 años, con un máximo entre los 45 y los 65. Pero el cáncer de mama no es una enfermedad exclusiva de mujeres, aunque en un porcentaje muy pequeño, los hombres también pueden padecerlo.
El Cáncer de Mama no se puede prevenir pero hay factores de riesgo que podemos controlar; está demostrado que la práctica de ejercicio físico de forma regular, evitar el sobrepeso y la obesidad, así como el tratamiento sustitutivo hormonal tras la menopausia, son factores determinantes. También es muy importante los antecedentes familiares que tengamos, pero ahí lo máximo que podemos hacer es acudir a nuestras revisiones ginecológicas y estar nosotras atentas ante un cambio raro en nuestro cuerpo, pedir consejo genético y ya el médico tomará las medidas oportunas, ya que cuánto antes actuemos ante una situación así, mejores resultados obtendremos.
Los tratamientos más empleados son la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia y la hormonoterapia. De todo esto seguro que ya estáis más que familiarizados, ahora ya todos tenemos un amigo o familiar que ha pasado por algún cáncer, pero lo que a lo mejor no conocéis es lo que es un linfedema. Es la secuela más importante que puede aparecer después de la cirugía de un cáncer de mama. El linfedema se produce porque al extirpar estos ganglios linfáticos se acumula líquido intersticial en el brazo del mismo lado de la intervención, provocando un aumento de su tamaño. El primer síntoma es el dolor y la hinchazón del propio brazo.
Llegados a este punto, el linfedema debe tratarse, ya que de lo contrario el hecho de no mover ni estirar el brazo para evitar el dolor puede propiciar contracturas musculares, que perpetuarán el dolor y la falta de movilidad. Además de ser un punto de posibles infecciones graves. Es necesario romper este círculo vicioso cuanto antes y recuperar la movilidad y la calidad de vida. Debe acudir a un fisioterapeuta especializado en el ámbito de la oncología y drenaje linfático manual.
El fisioterapeuta aplicará el tratamiento adecuado según su problema. Empleará el Drenaje Linfático Manual en la zona, si es necesario presoterapia y le recomendará una serie de ejercicios para realizar en su casa. Todas estas técnicas son indoloras, que para sufrir seguro que ya ha sufrido bastante, así que si vosotras mismas o conocéis a alguien que está en esa situación acudir a un fisio para que os haga la vida más fácil.
ATRIBUCION: la imagen es propiedad de La Voz de Galicia